Dedicado a mis amigos Juanes/Juanitas,
y también, muy especialmente,
a los destinatarios castellanos (no incluyo
madrileños, que ya tendréis el vuestro).
Muérome por llamar Juanilla a Juana,
que son de tierno amor afectos vivos,
y la crüel, con ojos fugitivos,
hace papel de yegua galiciana.
Pues, Juana, agora que eres flor temprana
admite los requiebros primitivos;
porque no vienen bien diminutivos
después que una persona se avellana.
Para advertir tu condición extraña,
más de alguna Juanaza de la villa
del engaño en que estás te desengaña.
Créeme, Juana, y llámate Juanilla;
mira que la mejor parte de España,
pudiendo Casta, se llamó Castilla.
Félix Lope de Vega Carpio (Madrid, 1562-1635)
-Ella lo idolatró y Él la adoraba...
-¿Se casaron al fin?
-No, señor, Ella se casó con otro.
-¿Y murió de sufrir?
-No, señor, de un aborto.
-¿Y Él, el pobre, puso a su vida fin?
-No, señor, se casó seis meses antes
del matrimonio de Ella, y es feliz.
-¿Se casaron al fin?
-No, señor, Ella se casó con otro.
-¿Y murió de sufrir?
-No, señor, de un aborto.
-¿Y Él, el pobre, puso a su vida fin?
-No, señor, se casó seis meses antes
del matrimonio de Ella, y es feliz.
José Asunción Silva (Bogotá, 1865-1896), Idilio
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