Grifaldo Toledo, Jorge

domingo, 27 de marzo de 2016

Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Este fin de semana Piluka dedica su espacio al nuevo Académico de la Lengua Española, Félix de Azúa.


Narrador, periodista y poeta que en sus inicios,
perteneció a la generación de Los novísimos.
Acaba de ocupar el Sillón H de la Real Academia
Española, sustituyendo al medievalista Martí de Riquer.
Celebramos su nombramiento con este texto, lleno
de nostalgias arcanas.


"El Partenón", óleo de Vasily Polenov



Aquí hace mucho tiempo bailaba Halicarnaso
las Nereidas bailaban
yo bailaba.

Pero las cosas mueren
no por lluvia ni viento ni terremoto o turco,
sino cuando la vida deja de poseerse
y el amor.

Hoy volví a este lugar
y a la cuádruple cabeza de caballo:
vive el trabajo, no el trabajador.

¡Friso animado, Fidias muerto!

Estas cuatro cabezas, pero
¿y el cincel y el antebrazo de los escultores?

Aquí está la Nereida
no mi cuerpo.

Aquí está el Partenón
¿y Fidias, dónde está?
Sus hijos siguen
abrazados a cabezas de mármol,
como yo a este lugar.

Ha pasado la vida
y la danza.



Félix de Azúa (Barcelona, 1944), de El velo en el rostro de Agamenón


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martes, 22 de marzo de 2016

Luar (Luz de luna, a través de Mª Pilar Couceiro)

Con la llegada del Plenilunio, llega un nuevo cuento enviado por Piluka en su sección Cuentos de la Luna Llena...



El Compositor de imagen (2d, carácter, piano, música, músico, compositor)
"El compositor", de Coen Hamelink


SINFONÍA CONCLUIDA

Augusto Monterroso (Tegucigalpa. 1921- Ciudad de México. 2003)
  
—Yo podría contar—terció el gordo atropelladamente—que hace tres años en Guatemala un viejito organista de una iglesia de barrio me refirió que, por 1929, cuando le encargaron clasificar los papeles de música de La Merced, se encontró de pronto unas hojas raras que intrigado se puso a estudiar con el cariño de siempre, y que como las acotaciones estuvieran escritas en alemán, le costó bastante darse cuenta de que se trataba de los dos movimientos finales de la Sinfonía inconclusa,así que ya podía yo imaginar su emoción al ver bien clara la firma de Schubert y que cuando muy agitado salió corriendo a la calle a comunicar a los demás su descubrimiento, todos dijeron riéndose que se había vuelto loco y que si quería tomarles el pelo, pero que como él dominaba su arte y sabía con certeza que los dos movimientos eran tan excelentes como los primeros, no se arredró y antes bien juró consagrar el resto de su vida a obligarlos a confesar la validez del hallazgo, por lo que de ahí en adelante se dedicó a ver metódicamente a cuanto músico existía en Guatemala con tan mal resultado que después de pelearse con la mayoría de ellos, sin decir nada a nadie y mucho menos a su mujer, vendió su casa para trasladarse a Europa y que una vez en Viena pues peor, porque no iba a ir, decían, un Leiermann guatemalteco a enseñarles a localizar obras perdidas y mucho menos de Schubert, cuyos especialistas llenaban la ciudad y que qué tenían que haber ido a hacer esos papeles tan lejos, hasta que estando ya casi desesperado y sólo con el dinero del pasaje de regreso, conoció a una familia de viejitos judíos que habían vivido en Buenos Aires y hablaban español, los que lo atendieron muy bien y se pusieron nerviosísimos cuando tocaron como Dios les dio a entender en su piano en su viola y en su violín, los dos movimientos, y quienes finalmente, cansados de examinar los papeles por todos lados y de olerlos y de mirarlos al trasluz por una ventana, se vieron obligados a admitir primero en voz baja y después a gritos ¡son de Schubert son de Schubert! y se echaron a llorar con desconsuelo, cada uno sobre el hombro del otro como si en lugar de haberlos recuperado los papeles se hubieran perdido en ese momento y que yo me asombrara de que todavía llorando, si bien ya más calmados, y luego de hablar aparte entre sí y en su idioma, trataron de convencerlo, frotándose las manos, de que los movimientos a pesar de ser tan buenos no añadían nada al mérito de la sinfonía tal como ésta se hallaba, y por el contrario, podía decirse que se lo quitaban pues la gente se había acostumbrado a la leyenda de que Schubert los rompió o no los intentó siquiera seguro de que jamás lograría superar o igualar la calidad de los dos primeros, y que la gracia consistía en pensar si así son el allegro y el andante cómo serán el scherzo y el allegro ma non troppo, y que si él respetaba y amaba de veras la memoria de Schubert lo más inteligente era que les permitiera guardar aquella música porque además de que se iba a entablar una polémica interminable, el único que saldría perdiendo sería Schubert, y que entonces, convencido de que nunca conseguiría nada entre los filisteos ni menos aún con los admiradores de Schubert que eran peores, se embarcó de vuelta a Guatemala y que durante la travesía una noche en tanto la luz de la luna daba de lleno sobre el espumoso costado del barco con la más profunda melancolía, y harto de luchar con los malos y con los buenos, tomó los manuscritos y los desgarró uno a uno y tiró los pedazos por la borda hasta no estar bien cierto de que ya nunca nadie los encontraría de nuevo al mismo tiempo—finalizó el gordo con cierto tono de afectada tristeza— que gruesas lágrimas quemaban sus mejillas y mientras pensaba con amargura que ni él ni su patria podrían reclamar la gloria de haber devuelto al mundo unas páginas que el mundo hubiera recibido con tanta alegría pero que el mundo con tanto sentido común rechazaba.

viernes, 18 de marzo de 2016

Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Para celebrar el Equinoccio de primavera, Piluka nos ofrece un precioso poema de su cosecha... espero que os guste tanto como a mí...


"Menagerie Night", de Kari-Lise Alexander

¿Por qué callas ahora, Madrina de los sueños?

Te perdiste en el punto de la duda,
en la columna opaca del silencio
donde el abismo se abre más oscuro,
donde reside el ágora secreta de las horas.

La terrible certeza sólo es una, por eso es tan terrible;
el punto de la duda, por contrario, muestra su rostro amable
para tranquilizar -sin conseguirlo-
ese fijismo de los desesperados.

¿Qué haríamos, Madrina, atrapados sin Norte
en ese laberinto rectilíneo de los convencimientos?
¿Acaso el mar, el mar, culmen de oscilaciones,
de cambios en perpetuo movimiento,
no es mar por eso mismo,
única certidumbre por no serlo?

Me están llamando seres desde extrañas galaxias
cuya esencia cabalga entre la bruma de las noches inlunes,
los únicos que pueden lanzar hasta el origen
los gritos de mi nombre inexistente,
de mi entidad biológica, mezclada con un arco de ficciones,
el único que siempre jugó limpio.

(No sé qué hacer contigo, mariposa nocturna,
si evitarte la lucha por inútil,
o esperar que tus alas se sequen con el viento).

¿Por qué callas, Madrina?



María del Pilar Couceiro, Las Hadas oblicuas

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jueves, 17 de marzo de 2016

Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Debido a una indisposición transitoria, publico tarde, aunque espero que no mal, el poema que nos envió Piluka el viernes pasado... con el regalo de la versión musical... disfrutad del pack completo, que es una gozada...


Estamos hoy ante el autor noruego por antonomasia. El poema pertenece a su obra Peer Gynt,
y la protagonista, Solveig, es un trasunto moderno de Penélope. Esta obra va intrínsecamente
unida a la versión musical que de la misma hizo otro noruego ilustre, Edvard Grieg (1843-1907).
Por una vez, unimos música y poesía.


"La espera", óleo de José García Chibbaro
  
Pasarán los inviernos, se perderán las primaveras,
también se irá el verano y luego el año entero;
pero lo inevitable es que regresarás
y, como prometí, te esperaré constante.

Y cuando deambules por tu camino a solas,
que dios te garantice su fuerza mientras rezas;
y si estás ya en el cielo esperando que llegue,
podremos encontrarnos y nunca más perdernos.


Henrik Ibsen (Skien, 1828- Cristiania, 1906), Canción de Solveig



Kanske vil der gå både Vinter og Vår,
og næste Sommer med, og det hele År,
men engang vil du komme, det ved jeg vist,
og jeg skal nok vente, for det lovte jeg sidst.
 
Gud styrke dig, hvor du i Verden går,
Gud glæde dig, hvis du for hans Fodskammel står.
Her skal jeg vente til du kommer igjen;
og venter du hist oppe, vi træffes der, min Ven!




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viernes, 4 de marzo de 2016

Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

La mitología griega, rica en magia, amor y drama, vierte su manto dorado por todo el tejido de nuestra cultura, impregnando cada rincón de belleza, al igual que este poema que nos envía Piluka para comenzar el fin de semana...




La terrible historia de Medea, la Maga nieta de Helios con cuya ayuda pudieron
Jasón y los Argonautas conseguir el Vellocino de Oro, mujer que acaba condenada
al exilio, y cuya venganza al verse traicionada alcanza una de las catarsis más
intensas del Teatro Griego, le sirve de motivo poético a este representante del
Parnasianismo, de origen cubano, pero reeducado en Francia.
Retomad, si podéis, la lectura de la Tragedia de Eurípides.


Ambos, en los boscajes que sintieron el son
de contiendas remotas; mágica paz nacía,
y alba de milagrosas lágrimas los ceñía
bañándolos en fértil y extraña floración.

Por los aires flotaba letal emanación.
Su palabra el poder del encanto decía;
el héroe, tras de ella, de sus armas vertía
relámpagos radiantes del ilustre Toisón.

Sobre lagos de plata llovía luz del cielo.
aves maravillosas pasaban, y su vuelo
en el bosque regaba pedrería luciente.

Amor les sonreía. Mas la fatal esposa
llevábase consigo, colérica y celosa,
con su padre y los dioses, los filtros del Oriente.
                                                                                                                      

Jose Maria de Heredia (Santiago de Cuba, 1842-Bourdonné [Francia], 1905), Jasón y Medea



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