Grifaldo Toledo, Jorge

viernes, 31 de octubre de 2014

Poema de Viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Este viernes, Piluka nos acerca a Ewa Lipska con un poema de dura crítica a través de lugares comunes y cotidianos que cambian de sentido en sus manos.



Esta poetisa, nacida pocos meses después del final de la
Segunda Guerra Mundial, no podía permanecer al margen
de la reciente historia de su país, por lo que su poesía
denuncia el sistema de propaganda política e intenta
describir las debilidades del lenguaje en general como
instrumento de la percepción humana y la comunicación



Nosotros somos en este preciso instante.
Yacemos sobre un fuego blanco
merced a un amor de repuesto.
Andamos a la caza de una continuación.
Cerca, retumba la lavadora
de los tenores wagnerianos.
Se arremolina el coro de la espuma.
Durante el prelavado,
blancos calcetines angelicales.
Sedas nebulosas de la ropa blanca.
Hechos tejidos en lino.
Intrigan las ambiciosas energías del sol.
Los ahorrativos molinos de Don Quijote.
Los amorosos reactores nucleares.
Por parte de madre, nuestro país
pertenece al Este.
Sobre las llanuras, el áspero
paño de los uniformes.
Un salón en la periferia.
Por parte de padre, a Europa
y al pacto cosmético.
Planchado de arrugas.
Nos hallamos a la altura de Sócrates.
Cruzamos a nado en pos de Ajmátova.
Nos dejan atrás los esquiadores
de la glacial pieza en un sólo acto.
El contrabajo pulsa con fuerza su cuerda.
Acomete un tono tierno.
Ellos ya fueron.
Nosotros somos en este preciso instante.
Vosotros apenas si estáis empezando a ser.

Dios paga el mal desde un cajero automático.
Se balancea la naranja de Newton.
De sabor ligeramente agrio.

Ewa Lipska (Cracovia, 1945), La naranja de Newton: el origen




My właśnie jesteśmy.
Leżymy w białym ogniu
korzystając z rezerwowej miłości.
Polujemy na ciąg dalszy.
Obok huczy pralka
wagnerowskich tenorów.
Wiruje chór piany.
Podczas wstępnego prania
białe skarpetki anioła.
Zamglone jedwabie bielizny.
Fakty lnu.
Intrygują ambitne energie słoneczne.
Oszczędne wiatraki Don Kichota.
Miłosny reaktor atomowy.
Nasz kraj ze strony matki
należy do Wschodu.
Na nizinach szorstkie
sukno munduru.
Salon na peryferiach.
Po ojcu Europa
i kosmetyczny pakt.
Wygładzanie zmarszczek.
Jesteśmy na wysokości Sokratesa.
Przepływamy przez Achmatową.
Mijają nas narciarze
z mroźnej jednoaktówki.
Kontrabas szarpie strunę.
Uderza w czuły ton.
Oni już byli.
My właśnie jesteśmy.
Wy dopiero będziecie.

Bóg wypłaca z automatu zło.
Kołysze się pomarańcza Newtona.
Lekko kwaśny smak.

Ewa Lipska (Cracovia, 1945), Pomarańcza Newtona: pochodzenie



Últimos Poemas de Viernes publicados:

viernes, 24 de octubre de 2014

Poema de Viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

En este viernes primaveral (el otoño se ha cogido vacaciones por estos lares), podemos disfrutar de un poema de Paul Fleming lleno de vitalidad y fuerza...



A pesar de su breve vida, este poeta barroco, cercano
al conceptismo como gran admirador de Quevedo,
pudo cultivar una abundante obra en la que destacan
los sonetos, la temática religiosa y las esmeradas formas
de versificación.


Estate quieto, inmóvil! No te pierdas en dádivas!
La dicha no resiste más alta que la envidia;
recréate en ti mismo, para que ningún daño
te traicione en tu tiempo, felicidad o espacio.
 
Deja ya la tristeza, la elección de lo inverso,
los caminos erróneos por donde te perdías;
haz lo que debe hacerse, oblígate a ti mismo.
¿Qué puedes esperar de quienes no conoces,
 
de los que se lamentan y alaban tu desgracia?
Conócete a ti mismo, tus cosas, tus deseos,
todo lo que en ti mora. Que nadie te destruya,
 
y antes de tu partida, adéntrate en tu núcleo,
sé tu propio maestro y domina tu mundo,
que al mundo de los otros todos están sujetos.


Paul Fleming (Hartenstein –Sajonia-, 1609- 1640), A sí mismo




Sei dennoch unverzagt! Gib dennoch unverloren!Weich keinem Glücke nicht, steh höher als der Neid,
vergnüge dich an dir und acht es für kein Leid,
hat sich gleich wider dich Glück, Ort und Zeit verschworen.

Was dich betrübt und labt, halt alles für erkoren;
nimm dein Verhängnis an. Laß alles unbereut.
Tu, was getan muß sein, und eh man dir's gebeut.
Was du noch hoffen kannst, das wird noch stets geboren.

Was klagt, was lobt man noch? Sein Unglück und sein Glücke
ist ihm ein jeder selbst. Schau alle Sachen an:
dies alles ist in dir. Laß deinen eitlen Wahn,

und eh du fürder gehst, so geh in dich zurücke.
Wer sein selbst Meister ist und sich beherrschen kann,
dem ist die weite Welt und alles untertan.


Paul Fleming (Hartenstein, 1609- 1640), An Sich.


Últimos Poemas de Viernes publicados:




viernes, 17 de octubre de 2014

Poema de Viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Un nuevo poema enviado por Piluka para disfrutar en el fin de semana...



Este portugués  fue  profesor y traductor, destacando también
su labor como teórico y crítico literario. Fundador en 1951
de la revista Árvore, junto con otros poetas como Antonio
Luís Moita, José Terra, Luís Amaro y Raúl de Carvalho,
lo que contrarió vivamente al Régimen salazarista a causa
de la divulgación del planteamiento de nuevos idearios poéticos.





Hay rostro en las palabras: de silencio o de sangre.
El caballo que oprime, solamente una sombra.
Las sílabas sin agua, avanzan al otoño.
Un árbol ramifica. Las nubes permanecen.

El caballo, una hipótesis, una pasión constante,
en la red de su venas corre sangre del tiempo;
un árbol se estremece con júbilo en las hojas.
Árboles y caballos se acreditan reales.

Yo, que acaricio el árbol,  siento la fuerza eterna,
la frente del caballo, la infinitud del tren,
estoy en el combate y en la hoja liviana,

en la sombra de seres botánicos, anímicos,
busco el saber perfecto, la humildad detenida,
la fuerza vertical de ser quien soy, y el aire.


Antonio Ramos Rosa (Faro, 1924-Lisboa, 2013), Círculo Abierto




As palavras têm rosto: ou de silêncio ou de sangue. O cavalo que nos domina é uma sombra apenas.
Sem sílabas de água, avança até ao outono.
Uma árvore estende os ramos. As nuvens subsistem.

O cavalo é uma hipótese, uma paixão constante
Na rede das suas veias corre um sangue de tempo,
uma árvore se desloca com a alegria das folhas.
Árvore e cavalo transformam-se num só ente real.

Eu que acaricio a árvore sinto a força tenaz
da testa do cavalo, a eternidade férrea,
o ser em explosão e eu tão leve folha

na sombra deste ser animal vegetal
busco a razão perfeita, a humildade estática,
a força vertical de ser quem sou e o ar.


Antonio Ramos Rosa (Faro, 1924-Lisboa, 2013), Círculo Aberto



Últimos Poemas de Viernes publicados:

viernes, 10 de octubre de 2014

Poema de Viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Hoy casi rozamos la medianoche del viernes al sábado... pero llegamos a tiempo de nuevo...



Es evidente que el poeta de este viernes / sábado
no necesita más presentación.
 

Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.

Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemó del fuego de la vida,
de una brasa pensada, y no encendida,
quiere ceniza que le guarde el fuego.

Y ceniza hallará, no de su llama,
cuando descubra el torpe desvarío
que pedía, sin flor, fruto en la rama.

Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá. ¡Desierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!

Antonio Machado (Sevilla 1875-Colliure, 1939), De Nuevas Canciones


Últimos Poemas de Viernes publicados:

martes, 7 de octubre de 2014

Luar (Luz de luna, a través de Mª Pilar Couceiro)

Llega un nuevo plenilunio y con él un nuevo cuento enviado por Piluka...



No sólo escribió Los tres mosqueteros...
 
DESEO Y POSESIÓN
 
Alexandre Dumas [padre] (Villers-Cotterêts1802 – Puys, 1870)
 
Las charadas ya no están de moda. ¡Qué tiempos tan buenos para los poetas eran aquellos en que Le Mercure proponía cada mes, cada quince días y, al final, cada semana una charada, un enigma o un logogrifo a sus lectores! Pues bien, voy a revivir esa moda.

Dígame pues, querido lector o hermosa lectora -las charadas están hechas, sobre todo, para la mente perspicaz de las lectoras-, dígame de qué lengua proviene la alegoría siguiente.
¿Es sánscrito, egipcio, chino, fenicio, griego, etrusco, rumano, galo, godo, árabe, italiano, inglés, alemán, español, francés o vasco? ¿Se remonta a la Antigüedad, y está firmada por Anacreonte? ¿Es gótica, y está firmada por Carlos de Orleáns? ¿Es moderna, y está firmada por Goethe, Thomas Moore o Lamartine? ¿O no será, más bien, de Saadi, el poeta de las perlas, rosas y ruiseñores? ¿O bien...? Pero no soy yo quien lo ha de adivinar, es usted. Así que, querido lector, adivine.

He aquí la alegoría en cuestión.

Una mariposa reunía en sus alas de ópalo la más dulce armonía de colores: blanco, rosa y azul. Como un rayo de sol iba revoloteando de flor en flor, y, cual flor voladora, subía y bajaba, jugando por encima de la verde pradera.

Un niño que intentaba dar sus primeros pasos por el césped tornasolado la vio y, de repente, se sintió invadido por el deseo de atrapar aquel insecto de vivos colores. Pero la mariposa estaba acostumbrada a este tipo de deseos. Había visto cómo generaciones enteras se quedaban sin fuerzas persiguiéndola. Revoloteó delante del niño y fue a posarse a dos pasos de él; y, cuando el niño, ralentizando sus pasos y conteniendo la respiración, extendía la mano para cogerla, la mariposa alzaba el vuelo y recomenzaba su viaje desigual y deslumbrante.
El niño no se cansaba; el niño lo intentaba una y otra vez. Tras cada tentativa abortada, el deseo de poseerla, en vez de apagarse, crecía en su corazón, y, con paso cada vez más rápido, con la mirada cada vez más ardiente, el niño salía corriendo detrás de la linda mariposa.

El pobre niño había corrido sin mirar atrás; de manera que, cuando hubo corrido un buen rato, ya estaba muy lejos de su madre. Del valle fresco y florido, la mariposa pasó a una llanura árida y poblada de zarzas. El niño la siguió hasta esa llanura.

Y, aunque la distancia ya era larga y la carrera rápida, el niño, que no se sentía cansado, no paraba de perseguir a la mariposa, que se posaba cada diez pasos, en un matorral, en un arbusto o en una sencilla flor silvestre y sin nombre, y siempre alzaba el vuelo en el momento en que el muchacho creía tenerla ya, porque, mientras la perseguía, el niño se había transformado en muchacho, y, con el invencible deseo de la juventud, y con su indefinible necesidad de posesión, no dejaba de perseguir al brillante espejismo.

De vez en cuando, la mariposa se detenía como para burlarse del muchacho, introducía voluptuosamente su trompa en el cáliz de las flores y batía amorosamente las alas. Pero, en el momento en que el muchacho se aproximaba, jadeando de esperanza, la mariposa se abandonaba a la brisa, y la brisa se la llevaba, ligera como un perfume. Y así pasaron, en esa persecución insensata, minutos y más minutos, horas y más horas, días y más días, años y más años, y el insecto y el hombre llegaron a la cima de una montaña que no era otra cosa que el punto culminante de la vida. Persiguiendo a la mariposa, el adolescente se había hecho hombre.

Allí, el hombre se detuvo un instante para considerar si sería mejor volver atrás, pues la vertiente de la montaña que le quedaba por bajar le parecía muy árida.

Abajo, en la falda de la montaña, al contrario del otro lado donde, en encantadores parterres, ricos vergeles y verdes parques, crecían flores perfumadas, plantas raras y árboles cargados de fruta; en la falda de la montaña, decíamos, se extendía un gran espacio cuadrado cercado por muros, al cual se entraba por una puerta abierta ininterrumpidamente, y donde no crecían más que piedras, unas tendidas en el suelo, las otras erguidas. Pero la mariposa se puso a revolotear, más deslumbrante que nunca, ante los ojos del hombre, y tomó la dirección del recinto cerrado, siguiendo la pendiente de la montaña.

Y, ¡cosa extraña!, aunque aquella carrera tan larga tenía que haber fatigado al viejo, porque, por su pelo canoso, se podía reconocer como tal al insensato corredor, su paso, a medida que avanzaba, se hacía más rápido; solo se podía explicar por el declive de la montaña. Y la mariposa se mantenía siempre a la misma distancia; sólo que, como las flores habían desaparecido, el insecto se posaba en cardos espinosos, o en desnudas ramas de árboles.

El viejo, jadeando, no paraba de perseguirla.

Al final, la mariposa pasó por encima de los muros del triste recinto, y el viejo la siguió, entrando por la puerta. Pero apenas había dado unos pasos cuando, mirando a la mariposa, que parecía fundirse en la atmósfera grisácea, chocó con una piedra y cayó. Tres veces intentó levantarse, y tres veces volvió a caer. Y, no pudiendo correr ya más detrás de su quimera, se contentó con tenderle los brazos.

Entonces la mariposa pareció apiadarse de él y, aunque había perdido sus colores más vivos, se puso a revolotear por encima de su cabeza. Tal vez no eran las alas del insecto las que habían perdido sus vivos colores; tal vez eran los ojos del viejo los que se habían debilitado.

Los círculos descritos por la mariposa se fueron haciendo más y más estrechos, y al final se fue a posar sobre la pálida frente del moribundo. En un último esfuerzo, este levantó el brazo, y con la mano tocó, por fin, la punta de las alas de aquella mariposa, objeto de tantos deseos y tantas fatigas; pero, ¡qué desilusión!, se dio cuenta de que aquello que había estado persiguiendo no era una mariposa, sino un rayo de sol.

Y su brazo cayó frío y sin fuerzas, y su último suspiro hizo estremecer la atmósfera que pesaba sobre aquel camposanto...

Y, pese a todo, poeta, persigue, persigue tu desenfrenado deseo de ideal; procura alcanzar, atravesando infinitos dolores, ese fantasma de mil colores que huye incesantemente delante de ti, aunque se te rompa el corazón, aunque se te apague la vida, aunque exhales el último suspiro en el momento en que lo roces con la mano.

viernes, 3 de octubre de 2014

Poema de Viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Comenzamos octubre con un magnífico poema de Sylvia Plath enviado por Piluka.



Esta poetisa es reconocida como una de los principales cultivadoras 
de la poesía confesional, un género que emergió en los Estado Unidos 
a finales del siglo XIX, que consiste en la descripción de detalles íntimos 
de la vida del poeta, focalizando motivos como la enfermedad mental o 
la sexualidad explícita. 
Plath fue la primera mujer que ganó un premio Pulitzer póstumo, tras 
su suicidio, acto que intento en varias ocasiones hasta la definitiva. 
 
 
 
Esta pared blanca sobre la que el cielo se autoforma: 
infinidad, verdor, intangiblemente intocable. 
En ella nadan ángeles, y también las estrellas insensibles. 
Son mi recurso.
 
El sol se disuelve contra esa pared, desangrándose en luces. 
Un muro gris ahora, desgarrado y sangriento. 
¿Cómo salir de la imaginación? 
Mis pasos concéntricos se agrupan en un pozo. 
Este mundo no tiene ni árboles ni pájaros, 
solo habita lo ácido. 
 
La pared roja no hace más que sobresaltarse: 
y se abre y se cierra un puño rojo, 
como dos bolsas grises de papel: 
esta es mi materia, esta y un sobresalto, 
si voy bajo la lluvia entre cruces y lástimas. 
Desconocidos pájaros en una pared negra: 
retorciendo sus cuellos. 
¡Esos no hablan de inmortalidades! 
Dos frías balas muertas se aproximan: 
apresuradas llegan. 
 
Sylvia Plath (Boston (USA), 1932-Londres, 1963), Temores
 
 
 
 
There is this white wall, above which the sky creates itself- 
Infinite, green, utterly untouchable. 
Angels swim in it, and the stars, in indifference also. 
They are my medium. 
The sun dissolves on this wall, bleeding its lights. 
A grey wall now, clawed and bloody. 
Is there no way out of the mind? 
Steps at my back spiral into a well. 
There are no trees or birds in this world, 
There is only sourness. 
 
This red wall winces continually: 
A red fist, opening and closing, 
Two grey, papery bags- 
This is what i am made of, this, and a terror 
Of being wheeled off under crosses and rain of pietas. 
 
On a black wall, unidentifiable birds 
Swivel their heads and cry. 
There is no talk of immorality among these! 
Cold blanks approach us:  
They move in a hurry. 
 
Sylvia Plath (Boston (USA), 1932-Londres, 1963), Apprehensions