Grifaldo Toledo, Jorge

viernes, 26 de diciembre de 2014

Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Último poema de viernes de este 2014 que ya tiene los días contados... introspectivo y de profunda reflexión para coger fuerzas ante el nuevo año que apunta en el horizonte...


Cercana la fecha de Inocentes, vamos por lo serio, para bogar en contra.
Este poema pertenece a una escritora más conocida por sus avatares
personales que por su obra. Ella se lamenta de la presión que recibió de
sus padres por partida doble, coartando sus tendencias literarias.
El nombre de sus progenitores, Rafael y María Teresa.

 
 
¿Alguna vez será el mundo de los inocentes?
¿De los que cantan sin estirar la mano?
¿De aquellos volcados sobre la tierra como frutos
de un árbol infinito?

¿De quienes arrincona la ciudad en su ojo ciclónico
y los sorprende inermes al girar de los vientos?

¿De los hombres que sólo hablan hacia adentro
a lo inmensos sueños del domingo?

¿De los pobres poetas / de los poetas pobres
atrapados en el laberinto de los ministerios
con su ovillito luminoso bien oculto
entre papeles fenecidos?

¿De los que ponen sobre la mesa el pan
y no lo tocan
porque rehúsan destruir la belleza?

¿De los que ya se van,
de quienes ya casi pasaron y se preguntan
dónde estará el pequeño visionario
que comía naranjas en un quicio mojado
por la lluvia mientras la casa o el humilde cuarto
se tornaban crisálida?

Oh Muerte
Dale un descanso a la niña de rojos lazos en el pelo
olvídala en su patio
déjala en el cielo de su juego
dentro del círculo trazado por la tiza

Oh Vida
Entrega el mundo un día una única hora un único minuto
a los ingenuos inocentes
Tal vez
quién sabe
lo conviertan
por ese día por esa sola hora por ese breve instante
en un lugar para el amor.

Aitana Alberti León (Buenos Aires, 1941)


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miércoles, 24 de diciembre de 2014

Poema de viernes navideño (a través de Mª Pilar Couceiro)

Con este poema, Piluka desea una Feliz Navidad a todos, creamos o no...



... que sinceramente y con todo cariño os deseo a todos, pero
ya sabéis que la 
"pastelerosis" de estos días (por no mencionar
la hipocresía que encierran en demasiados casos) suele sacar
de mí la veta más cínica y descreída, por lo que valiéndome de
la tradición cortés de las poetisas medievales, las trobairitz, hoy
canto escepticismos.
             Un abrazo.



La Navidad inversa III
María del Pilar Couceiro


Canta, trobairitz, canta.

Canta la amargura del transcurso,
el paso de las horas peregrinas,
la propuesta vencida.
Canta las quebraduras del acento
sin bloque instrumental que las sustente,
sin argucias corales,
con la voz despojada de una máscara hueca,
con el eco imposible de un tiempo caducado.
Canta el ritmo fatal de estos inviernos,
cuando la luz opaca de la tarde sólo realza
-ante el espejo de mirada ajena-,
una cartografía de tropiezos
superpuestos a un rostro
que apenas reconozco como mío.

Canta, rapsoda, canta.

Canta la historia inversa,
los muertos esparcidos que aún alientan
invadiendo tus noches,
las viejas certidumbres de nostalgia,
las dudas nuevas,
si es que alguna quedaba por mostrarse.
Canta la indiferencia de tus frases,
la sonrisa encubierta de tu trato,
la alegría fingida, la fortaleza inútil.
Al filo de las horas, ya sestea la Muerte,
y no tanto la física, que aún puede demorarse,
sino esta otra, rígida y certera,
que ataca con un tajo al pensamiento,
partiéndolo, sin giro de retorno,
en dos mitades irreconciliables.

Entona, juglaresa; canta, lírica.

Canta, por fin, los últimos trayectos
de aquellas primaveras otoñales,
el desenlace brusco de tantos catafalcos
construidos al borde de los sueños,
artificios precarios, bambalinas perplejas.
Canta los derroteros de un poema sin nombre,
la gesta sin victoria, los héroes sin sepulcro.
Canta el olvido amable de páginas y páginas en blanco,
la primacía absurda de lo absurdo,
en juego paradójico a lo lúcido de esa misma certeza
a través de los nodos de lucha inteligente
que emana entre los vientres del dulce desatino;
que, bajada la guardia, nos prende en su momento
en equívocas cadencias de deseo resuelto en pura química,
pervertido por la literatura
-la estúpida y falaz literatura-
que se ha ido reinventado, a través de milenios,
para desaliñarse de todas las palabras,
de todos los matices del sonido.

Danza, cantora, músicas extrañas.

Pero el canto es inútil porque el mal ya está hecho.
Como la Especie tuvo que inventarse
la formidable traza de los dioses,
así se hizo emerger esa pulsión que parecía noble.
Los griegos lo captaron y crearon, sagaces,
esa imperecedera unión fraterna entre Eros y Thánatos;
el Amor como bóveda ascendente,
en prótasis de vida;
la Muerte como apódosis, para cerrar el arco,
inteligentemente,
bajo el cobijo lleno de falacias
de las divinidades imposibles.

Cierra tu canto, antigua poetisa.

Y aquí estamos, estoy,
legítima heredera de ese vector primero,
al pairo de unas fuerzas que ya no me responden,
sin aire ni carácter para la rebeldía,
poseída tan sólo por la inercia
de cada tarde nueva de este ya viejo soplo.


© Couceiro, 2014



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