Grifaldo Toledo, Jorge

viernes, 31 de mayo de 2013

Poema de Viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Hoy sólo un poema adorna este viernes... un poema dedicado a la pérdida de un amigo... lo siento, Piluka...

Por mi parte aprovecho para dedicárselo también a Jack Vance, una de la últimas pérdidas literarias que hemos sufrido...



Aunque aún está reciente este poeta en los Poemas de Viernes,
recupero uno de sus Sonetos a Orfeo para esta trayectoria de adioses,
cada vez más frecuentes al paso de la vida.

A mi amigo Pepe Paulino, in memoriam.
Sic tibi terra levis.



Somos los errantes.
Pero el andar del tiempo
tomadlo como nimiedad
en lo que siempre permanece.

Todo aquello que corre
habrá pasado ya;
pues sólo lo que queda
nos inicia.

No echéis, muchachos, el valor
a la velocidad
ni al intento de vuelo.

Todo ha descansado:
tiniebla y claridad,
flor y libro.

Rainer Maria Rilke (Praga, 1875 - Val-Mont (Suiza), 1926)Soneto XXII

  

Wir sind die Treibenden.
Aber den Schritt der Zeit,
nehmt ihn als Kleinigkeit
im immer Bleibenden.

Alles das Eilende
wird schon vorüber sein;
denn das Verweilende
erst weiht uns ein.

Knaben, o werft den Mut
nicht in die Schnelligkeit,
nicht in den Flugversuch.

Alles ist ausgeruht:
Dunkel und Helligkeit,
Blume und Buch.



martes, 28 de mayo de 2013

Encuentro con Jorge Zentner


Centro de poesía José Hierro







Miércoles 29 de mayo


Ciclo Narradores
Auditorio del Centro, 19.30 h.
José Hierro 7, 28905 Getafe (Madrid)
www.cpoesiajosehierro.org



Jorge Zentner (Argentina, 1953). Escritor, guionista, terapeuta, coordinador de grupos. Ha dedicado mucho tiempo a la meditación zen (zazen) y a la danza (“5 ritmos”). También a la lectura y la escritura, publicando obras para niños, adolescentes y adultos: novela, cuento, artículos, reseñas, entrevistas, poemas y sobre todo cómics en libros, revistas y periódicos. Varias de sus obras han sido publicadas en más de veinticinco países. Ha obtenido premios, como el Apel-les Mestres de literatura infantil en España, o el Alph-Art del Salón del Cómic de Angoulême en Francia. Desde hace quince años, y en paralelo con su trabajo de terapeuta, dirige la atención, talleres de escritura, creatividad y auto conocimiento, dinámica de las relaciones, reeducación emocional, meditación y producción sin estrés. La Editorial Herder prepara actualmente la publicación de su libro Las cuatro emociones básicas, escrito en colaboración con el psicoterapeuta Marcelo Antoni.

Blog: http://www.jorgezentner.com/blog-la-atencion
Bio-bibliografía: http://www.jorgezentner.com/bio-bibliografia



lunes, 27 de mayo de 2013

INSTANTES EFÍMEROS




Acción Poética La Plata



                                               Y, como el tiempo,
                                               surgías de la nada
                                               entre latido y latido,
                                               conformando el mundo con tu sonrisa.




viernes, 24 de mayo de 2013

Cuentos de la Luna LLena (a través de Mª Pilar Couceiro)

Un nuevo plenilunio nos trae un precioso cuento de mano de Piluka...




Un poco más largo de lo normal, pero merece la pena
detenerse en la magnífica –y zumbona- prosa de uno de
nuestros grandes del XIX.

El gallo de Sócrates
Leopoldo Alas, Clarín
(Zamora, 1852 – Oviedo, 1901)

Critón, después de cerrar la boca y los ojos al maestro, dejó a los demás discípulos en torno del cadáver, y salió de la cárcel, dispuesto a cumplir lo más pronto posible el último encargo que Sócrates le había hecho, tal vez burla burlando, pero que él tomaba al pie de la letra en la duda de si era serio o no era serio. Sócrates, al espirar, descubriéndose, pues ya estaba cubierto para esconder a sus discípulos el espectáculo vulgar y triste de la agonía, había dicho, y fueron sus últimas palabras:

-Critón, debemos un gallo a Esculapio, no te olvides de pagar esta deuda. -Y no habló más.

Para Critón aquella recomendación era sagrada: no quería analizar, no quería examinar si era más verosímil que Sócrates sólo hubiera querido decir un chiste, algo irónico tal vez, o si se trataba de la última voluntad del maestro, de su último deseo. ¿No había sido siempre Sócrates, pese a la calumnia de Anito y Melito, respetuoso para con el culto popular, la religión oficial? Cierto que les daba a los mitos (que Critón no llamaba así, por supuesto) un carácter simbólico, filosófico muy sublime o ideal; pero entre poéticas y trascendentales paráfrasis, ello era que respetaba la fe de los griegos, la religión positiva, el culto del Estado. Bien lo demostraba un hermoso episodio de su último discurso, (pues Critón notaba que Sócrates a veces, a pesar de su sistema de preguntas y respuestas se olvidaba de los interlocutores, y hablaba largo y tendido y muy por lo florido). Había pintado las maravillas del otro mundo con pormenores topográficos que más tenían de tradicional imaginación que de rigurosa dialéctica y austera filosofía.

Y Sócrates no había dicho que él no creyese en todo aquello, aunque tampoco afirmaba la realidad de lo descrito con la obstinada seguridad de un fanático; pero esto no era de extrañar en quien, aun respecto de las propias ideas, como las que había expuesto para defender la inmortalidad del alma, admitía con abnegación de las ilusiones y del orgullo, la posibilidad metafísica de que las cosas no fueran como él se las figuraba. En fin, que Critón no creía contradecir el sistema ni la conducta del maestro, buscando cuanto antes un gallo para ofrecérselo al dios de la Medicina.

Como si la Providencia anduviera en el ajo, en cuanto Critón se alejó unos cien pasos de la prisión de Sócrates, vio, sobre una tapia, en una especie de plazuela solitaria, un gallo rozagante, de espléndido plumaje. Acababa de saltar desde un huerto al caballete de aquel muro, y se preparaba a saltar a la calle. Era un gallo que huía; un gallo que se emancipaba de alguna triste esclavitud.

Conoció Critón el intento del ave de corral, y esperó a que saltase a la plazuela para perseguirle y cogerle. Se le había metido en la cabeza (porque el hombre, en empezando a transigir con ideas y sentimientos religiosos que no encuentra racionales, no para hasta la superstición más pueril) que el gallo aquel, y no otro, era el que Esculapio, o sea Asclepies, quería que se le sacrificase. La casualidad del encuentro ya lo achacaba Critón a voluntad de los dioses.

Al parecer, el gallo no era del mismo modo de pensar; porque en cuanto notó que un hombre le perseguía comenzó a correr batiendo las alas y cacareando por lo bajo, muy incomodado sin duda. Conocía el bípedo perfectamente al que le perseguía de haberle visto no pocas veces en el huerto de su amo discutiendo sin fin acerca del amor, la elocuencia, la belleza, etc., etc.; mientras él, el gallo, seducía cien gallinas en cinco minutos, sin tanta filosofía. «Pero buena cosa es, iba pensando el gallo, mientras corría y se disponía a volar, lo que pudiera, si el peligro arreciaba; buena cosa es que estos sabios que aborrezco se han de empeñar en tenerme por suyo, contra todas las leyes naturales, que ellos debieran conocer. Bonito fuera que después de librarme de la inaguantable esclavitud en que me tenía Gorgias, cayera inmediatamente en poder de este pobre diablo, pensador de segunda mano y mucho menos divertido que el parlanchín de mi amo».

Corría el gallo y le iba a los alcances el filósofo. Cuando ya iba a echarle mano, el gallo batió las alas, y, dígase de un vuelo, dígase de un brinco, se puso, por esfuerzo supremo del pánico, encima de la cabeza de una estatua que representaba nada menos que Atenea.

-¡Oh, gallo irreverente! -gritó el filósofo, ya fanático inquisitorial, y perdónese el anacronismo. Y acallando con un sofisma pseudo-piadoso los gritos de la honrada conciencia natural que le decía: «no robes ese gallo», pensó: «Ahora sí que, por el sacrilegio, mereces la muerte. Serás mío, irás al sacrificio».

Y el filósofo se ponía de puntillas; se estiraba cuanto podía, daba saltos cortos, ridículos; pero todo en vano.

-¡Oh, filósofo idealista, de imitación! -dijo el gallo en griego digno del mismo Gorgias; -no te molestes, no volarás ni lo que vuela un gallo. ¿Qué? ¿Te espanta que yo sepa hablar? Pues ¿no me conoces? Soy el gallo del corral de Gorgias. Yo te conozco a ti. Eres una sombra. La sombra de un muerto. Es el destino de los discípulos que sobreviven a los maestros. Quedan acá, a manera de larvas, para asustar a la gente menuda. Muere el soñador inspirado y quedan los discípulos alicortos que hacen de la poética idealidad del sublime vidente una causa más del miedo, una tristeza más para el mundo, una superstición que se petrifica.

-¡Silencio, gallo! En nombre de la Idea de tu género, la naturaleza te manda que calles.

-Yo hablo, y tú cacareas la Idea. Oye, hablo sin permiso de la Idea de mi género y por habilidad de mi individuo. De tanto oír hablar de Retórica, es decir, del arte de hablar por hablar, aprendí algo del oficio.

-¿Y pagas al maestro huyendo de su lado, dejando su casa, renegando de su poder?  

Gorgias es tan loco, si bien más ameno, como tú. No se puede vivir junto a semejante hombre. Todo lo prueba; y eso aturde, cansa. El quedemuestra toda la vida, la deja hueca. Saber el porqué de todo es quedarse con la geometría de las cosas y sin la substancia de nada. Reducir el mundo a una ecuación es dejarlo sin pies ni cabeza. Mira, vete, porque puedo estar diciendo cosas así setenta días con setenta noches: recuerda que soy el gallo de Gorgias, el sofista.

-Bueno, pues por sofista, por sacrílego y porque Zeus lo quiere, vas a morir. ¡Date!

-¡Nones! No ha nacido el idealista de segunda mesa que me ponga la mano encima. Pero, ¿a qué viene esto? ¿Qué crueldad es esta? ¿Por qué me persigues?

-Porque Sócrates al morir me encargó que sacrificara un gallo a Esculapio, en acción de gracias porque le daba la salud verdadera, librándole por la muerte, de todos los males.

-¿Dijo Sócrates todo eso?

-No; dijo que debíamos un gallo a Esculapio.

-De modo que lo demás te lo figuras tú.

-¿Y qué otro sentido, pueden tener esas palabras?

-El más benéfico. El que no cueste sangre ni cueste errores. Matarme a mí para contentar a un dios, en que Sócrates no creía, es ofender a Sócrates, insultar a los Dioses verdaderos... y hacerme a mí, que sí existo, y soy inocente, un daño inconmensurable; pues no sabemos ni todo el dolor ni todo el perjuicio que puede haber en la misteriosa muerte.

-Pues Sócrates y Zeus quieren tu sacrificio.

-Repara que Sócrates habló con ironía, con la ironía serena y sin hiel del genio. Su alma grande podía, sin peligro, divertirse con el juego sublime de imaginar armónicos la razón y los ensueños populares. Sócrates, y todos los creadores de vida nueva espiritual, hablan por símbolos, son retóricos, cuando, familiarizados con el misterio, respetando en él lo inefable, le dan figura poética en formas. El amor divino de lo absoluto tiene ese modo de besar su alma. Pero, repara cuando dejan este juego sublime, y dan lecciones al mundo, cuán austeras, lacónicas, desligadas de toda inútil imagen con sus máximas y sus preceptos de moral.

-Gallo de Gorgias, calla y muere.

-Discípulo indigno, vete y calla; calla siempre. Eres indigno de los de tu ralea. Todos iguales. Discípulos del genio, testigos sordos y ciegos del sublime soliloquio de una conciencia superior; por ilusión suya y vuestra, creéis inmortalizar el perfume de su alma, cuando embalsamáis con drogas y por recetas su doctrina. Hacéis del muerto una momia para tener un ídolo. Petrificáis la idea, y el sutil pensamiento lo utilizáis como filo que hace correr la sangre. Sí; eres símbolo de la triste humanidad sectaria. De las últimas palabras de un santo y de un sabio sacas por primera consecuencia la sangre de un gallo. Si Sócrates hubiera nacido para confirmar las supersticiones de su pueblo, ni hubiera muerto por lo que murió, ni hubiera sido el santo de la filosofía. Sócrates no creía en Esculapio, ni era capaz de matar una mosca, y menos un gallo, por seguirle el humor al vulgo.

-Yo a las palabras me atengo. Date...

Critón buscó una piedra, apuntó a la cabeza, y de la cresta del gallo salió la sangre...

El gallo de Gorgias perdió el sentido, y al caer cantó por el aire, diciendo:

-¡Quiquiriquí! Cúmplase el destino; hágase en mí según la voluntad de los imbéciles.


Por la frente de jaspe de Palas Atenea resbalaba la sangre del gallo.



Poema de Viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Para este viernes, un par de poemas que nos harán pensar en la grandeza de todas las cosas. Gracias Piluka por descubrírnoslos...




Siempre la acción más pequeña
posible en estos tiempos de acciones
más grandes que la vida,
un gesto hacia el objeto que pasa
casi inadvertido.
Una pequeña brisa
agita una fogata, por ejemplo,
que descubrí el otro día casualmente
sobre la pared de un museo.
Casi nada aparece: unas pinceladas de blanco
arrojadas despreocupadamente
sobre el negro puro del fondo,
nada más un pequeño gesto que intenta ser nada
más que sí mismo.
Y sin embargo uno está aquí
y a mi modo de ver la cuestión nunca será
tratar de simplificar el mundo,
sino una manera de buscar un lugar
para penetrar el mundo,
una manera de estar presente
en medio de las cosas que nos ignoran.
Paul Auster Nueva Jersey (USA), 1947. Premio Príncipe de Asturias 2006





Uno de los más importantes e influyentes poetas modernos a causa
de su preciso estilo lírico, sus simbólicas imágenes y sus reflexiones
espirituales. Las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo son considerados
como su logro poético más importante, pero el poema de hoy pertenece
a la primera época, bajo el título general de Ofrenda a los Lares.
La obra de Rilke con su hermetismo, soledad y pereza llegó a un
profundo existencialismo e influyó en los escritores de los años
cincuenta, tanto de Europa como de América.  

No podemos saber de su antigua cabeza,
ojos como manzanas maduras, sin embargo,
su torso resplandece igual que un candelabro,
en el que su mirada ahora se sostiene
manteniéndose, y brilla. Es tal vez el equívoco
pecho que nos deslumbra, y la visión serena
de la espalda que fluye, igual que una sonrisa
hasta ese centro oscuro donde el semen se enciende.
Porque si no, esta piedra estaría deforme,
bajo la transparente caída de los hombros,
y no refulgiría como una piel salvaje;
se despedazaría de todas sus aristas
lo mismo que una estrella, porque no hay territorio
que no quiera mirarlo. Debes cambiar tu vida.

 
Rainer Maria Rilke (Praga, 1875 - Val-Mont (Suiza), 1926) El torso de Apolo arcaico




Wir kannten nicht sein unerhörtes Haupt,
darin die Augenäpfel reiften. Aber
sein Torso glüht wie ein Kandelaber,
in dem sein Schauen, nur zurückgeschraubt,
sich hält und glänzt. Sonst könnte nicht der Bug
der Brust dich blenden, und im leisen Drehen
der Lenden könnte nicht ein Lächeln gehen
zu jener Mitte, die die Zeugung trug.
Sonst stünde dieser Stein enstellt und kurz
unter der Schultern durchsichtigem Sturz
und flimmerte nicht wie Raubtierfelle;
und bräche nicht aus allen seinen Rändern
aus wie ein Stern: denn da ist keine Stelle,
die dich nicht sieht. 
Du mußt dein Leben ändern.
Archaïscher Torso Apollos





miércoles, 22 de mayo de 2013

"La nieve está vacía", reseña



Blog dedicado a B. Prado, pincha aquí


La nieve está vacía. Madrid. Espasa Calpe. 2000.

      En esta primera incursión en la novela policíaca, Prado nos cuenta la historia de un hombre que una noche sale en busca de Laura Salinas para matarla. Es un hombre asustado, sin escapatoria; un hombre corriente, como cualquiera de nosotros, al que no le queda otra salida que la de matar a esa mujer. Un hombre que forma parte de un grupo de tres amigos: Iker Orbáiz, escritor, Alcaén Sánchez, agente de seguros, y Ángel Biedma, médico; y del que no sabemos su nombre.

      La historia se nos presenta como si fuese una historia real contada a través de uno de esos tres amigos, cuya identidad no la vamos a conocer hasta el final. Así lo explica el narrador a los lectores en el primer capítulo, haciendo especial hincapié en que los hechos son reales y lo único inventado es el narrador. Un narrador que, a pesar de ser un personaje principal de la trama, es capaz de contarnos la historia como si hubiera estado en todos los sitios y conociera hasta los pensamientos de los otros personajes, de manera que los lectores “no deben jugar a ser detectives ni intentar identificarlo”. Es decir, nos exige que suspendamos cualquier juicio crítico sobre lo que nos cuente y que nos limitemos a aceptarlo. De esta forma, siendo juez y parte, rompe la superioridad que habitualmente tienen los lectores sobre los personajes, al conocer sus actividades clandestinas, y consigue colocarse por encima del lector para intentar manejarlo a su antojo y hacerle ver lo que él quiere que vea: incluso nos adelanta acontecimientos; y, por eso, cada vez que existe la más mínima posibilidad de que cuestionemos la verdad de sus afirmaciones y suposiciones sobre las causas que llevan a uno u otro personaje a actuar de un determinado modo, se dirige a nosotros obligándonos a imaginar lo que cada uno haría en semejante situación e, incluso, a identificarnos con el personaje del que está hablando.

     Sin embargo, la afirmación del narrador de que nos va a contar una historia real, es verdad sólo en parte, pues, como él mismo indica, ha reelaborado los acontecimientos para poder contar la historia desde todos los ángulos. Lo que significa, como se verá al final, que, en realidad, sólo conoce los sucesos principales y que el resto es una reconstrucción suya que ha tenido que hacer para escribir la novela. Así quiere cubrir sus huellas. La segunda mentira es decir que nos va a contar “todo lo que pasó”. Porque, aunque nos cuenta hasta los más secretos sentimientos del personaje principal, nos oculta la trama que va urdiendo otro de los personajes y que será el detonante final del drama.


Y es que ésta es una historia de mentiras, amor obsesivo y dominación, donde nadie es del todo lo que parece. Desde Alcaén, que finge ser un hombre adinerado para conquistar a Laura; hasta Iker, que finge no darse cuenta de los intentos que hace Ángel por controlar su vida. Por esa razón esta novela es mitad historia policíaca, mitad narración psicológica, donde el entramado se teje con la más profunda y negra parte de cada personaje, en consonancia con el estilo amargo, afilado y un tanto derrotista que rige sus novelas.

Para contar esta clase de historias, no hay nada mejor que crear un mundo cerrado en el que los personajes se relacionen con muy pocas personas; y en esta novela ese microcosmos está formado por el grupo de tres amigos y el bar donde se reúnen, el Sívori. Fuera de este ambiente, muy pocos datos, que no sean esenciales para el desarrollo de la novela, se llegan a saber. De hecho es como si no conocieran a nadie más; sólo Álcaén, en sus citas con Laura Salinas, e Iker, al visitar un lugar donde exterminan palomas y un cementerio, rompen esa monotonía. Sin embargo, este ambiente asfixiante se suaviza a través de las historias que los propios personajes hacen de otras personas. Historias reales, como las de los padres de Iker y Ángel; ficcionales, como las de los relatos de Iker; supuestas, como la de la dueña del Sívori, Gloria; entre las que se mezclan pequeñas pinceladas, en forma de necrológicas, de la vida de varios escritores.

Muchas de estas historias (las de los padres, la de Gloria) están en consonancia con uno de los temas recurrentes de Benjamín Prado: la importancia de conocer tu pasado para comprender tu presente. Es éste un tema que marca casi todas sus novelas (llegando, incluso, a titular una de ellas “¿Dónde crees que vas y quién te crees que eres?”) y que aquí se centra, principalmente, en las figuras de Ángel: cuyas manías y supersticiones son herencia de su madre; y en el personaje de ficción que Iker está creando para su novela: al necesitar un pasado que le conduzca a su presente, que le haga ser verosímil y coherente. Una meta a la que todo personaje debe “aspirar”, pues la forma de volverse tangible y real para los lectores es mostrar un pasado que les explique por qué actúa de esa manera. Por este motivo, un personaje que se comporte de forma arbitraria, sin un patrón de conducta que el lector pueda reconocer (por muy distante que esté de su propio patrón) lo alejará de él y lo convertirá en un personaje absurdo e irreal. Por paradójico que parezca, este efecto suele pasar más en la vida real que en las novelas. La razón es muy sencilla: en nuestra vida de cada día rara vez llegamos a conocer los pensamiento íntimos de las personas que nos rodean, mientras que en una novela esa necesidad de hacer creíble al personaje conlleva que se nos dé una enorme cantidad de datos personales y subjetivos sobre él, de forma que podríamos decir que llegamos a conocer en mayor profundidad a algunos personajes novelescos que a muchos de nuestros amigos.

También aparecen en esta novela otros motivos habituales del mundo literario de Prado. Uno de los más importantes es la aparición del agua, en cualquier forma: el mar, la lluvia, un río, un lago, una piscina… Ya en el primer capítulo se nos ofrece la imagen de un hombre que sale a matar a una mujer justo después de una tormenta -más tarde sabremos que es una tormenta de verano-, lo que, por un lado, le ayuda a crear una atmósfera sofocante y, por otro, le sirve como tópico del agua torrencial que, al arrastrar todos los engaños que rodean a un personaje y dejarle ver la verdad, le hace libre; pero al tratarse de Prado y su visión amarga y oscura de la vida, este tópico se invierte y lo que debería hacerle libre se convierte en una cadena que le hunde en un abismo cuya única salida es matar a Laura Salinas. Otra referencia al agua la podemos encontrar en la historia del anciano senil obsesionado con acumular botellas y más botellas de agua por si se acababa.

Otro de los motivos más importantes y habituales es la muerte, tanto en su faceta natural como violenta. Hace casi un año, tuve oportunidad de preguntarle por la aparición recurrente de la muerte en sus novelas y su respuesta fue que le atraía mucho lo desconocido. Visto así tiene razón: la muerte es el suceso más desconocido y desazonador que existe; el problema es que no me aclaró por qué, en todas las novelas que llevaba publicadas, esas muertes son sólo muertes “apuntadas”: nunca hay cuerpo. En todas ellas la muerte es tratada desde un plano indirecto, a través de los ojos de un personaje que bien ha vivido la tragedia, bien se la han contado o imaginado, bien ha visitado con posterioridad el lugar del crimen, o “supuesto crimen”; pero que nunca cuenta los detalles del mismo, sino que sólo informa de que alguien ha desaparecido o muerto. Y, aunque por descontado de esto no se salva la nueva novela: está la historia de un posible asesinato entre dos hermanos de corta edad, las visitas que hace Iker a los lugares donde se ha producido algún drama para trasladar el ambiente a sus relatos; en esta novela era necesario acompañar al asesino durante su brutal crimen para comprender el hundimiento moral que se produce después.

Bastante más amables que las anteriores son las referencias musicales y literarias que suelen adornar sus novelas. Aparte de los paralelos que establecen los distintos narradores entre la vida de los personajes y la de algún músico o escritor, o entre la atmósfera que hay en un momento en la novela y cierta música, es habitual que los personajes que buscan cambiar su vida y ascender en la estima de los demás, se vuelquen en la lectura como medio para conseguir una mayor cultura y sentirse a la altura de las nuevas circunstancias. Así lo hace aquí Alcaén cuando se prepara para un futuro al lado de Laura Salinas: se lee todos aquellos libros de los que ha oído hablar a sus dos amigos en las interminables discusiones literarias que han mantenido en el Sívori, y espera impacientemente poder discutirlos, a su vez, con Laura. Esto entronca con la tendencia que tienen los personajes de Prado a idealizar a la persona amada, hasta el punto de que llegan a mitificarlos (en el caso de Laura, la identifica con un unicornio) y no son capaces de verlos como a personas normales, con sus virtudes y sus defectos. Por eso, al descubrir que son sólo humanos, todo el castillo de arena que habían formado a su alrededor es arrastrado por esa agua torrencial y convertido en lodo. Además de este problema del “ascenso personal a través de la lectura”, Ángel e Iker nos proporcionan otras referencias literarias a través del trabajo que tiene este último en un periódico: escribir necrológicas de escritores que fallecieron ese día -lo que también enlaza con el tema de la muerte “apuntada”. En cuanto a las musicales, se pueden encontrar como comparación con la risa de Laura Salinas: risa Brahms, Elvis, Bob Dylan…; y también como uno de los gustos de Ángel: el jazz.

En cuanto al tiempo, se puede decir que la trama principal de la novela transcurre entre “una mañana de diciembre” y el 1 de agosto del año siguiente, en que detienen al asesino; aunque el tiempo “real” se extiende hasta algo más de dos años después, tras los juicios, cuando el narrador se decide a escribir esta novela para contar lo que sucedió. Es un tiempo muy cuidado, que se puede medir bastante bien, y que divide a la trama en tres partes en las que el tiempo se va concretando cada vez más.

La primera parte, el encuentro de Alcaén con Laura Salinas y sus primeras citas, sucede en apenas semana y media, con la única referencia precisa de ser diciembre. La segunda parte, desde que Alcaén prepara el robo a la Aseguradora, hasta que “al asesino” se le propone el crimen, transcurre desde mediados de marzo, aproximadamente, hasta un martes de mayo, posiblemente la segunda semana, con alguna referencia, tanto al día de la semana, como al mes. De la tercera parte, desde el asesinato hasta la detención, hay que decir que se indica la fecha completa y hasta el día de la semana, pudiendo así seguir con facilidad los pequeños saltos de tiempo que se suceden e, incluso, saber qué ha hecho el asesino en esos días. Algo que no sucede en los grandes saltos que hay entre una parte y la siguiente, donde adivinamos lo sucedido por lo que se cuenta en capítulos posteriores.

El estilo de Prado, como ya he apuntado, tiene un registro amargo, afilado y un tanto derrotista, fruto de describir ese lado oscuro de la condición humana que nos lleva a concedernos unas “vacaciones morales” cuando nos creemos poseedores de la razón en estado puro, y, en su nombre, cometer toda clase de abusos. Sin embargo, en varias ocasiones, se hace hincapié en que este criminal no es ni un loco ni un asesino, sino solamente un hombre asustado que ha sido empujado a asesinar. De hecho, no sólo parece empujado por la trama creada a su alrededor, sino también por la presencia fantasmal de una especie de “destino adverso” que convierte todos los pasos que ese hombre da para encauzar su vida, en pasos que le llevan a convertirse en asesino.

Las frases lapidarias, las imágenes negativas que manchan hasta los encuentros amorosos, la ironía con la que el narrador nos adelanta acontecimientos negativos que contradicen las intenciones del personaje…; en definitiva, esa visión desesperanzadora y angustiosa que vierte Prado en sus obras se encarna en esta novela policíaca como un brutal experimento para saber hasta qué punto del Infierno de Dante puede descender un hombre decente si se le manipula adecuadamente.



viernes, 17 de mayo de 2013

Poema de Viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)


Los viernes lluviosos invitan a recogerse en el sillón ante una buena lectura... hoy podemos disfrutar de estos dos nuevos poemas que nos hace descubrir Piluka



A la poesía de este genovés se la define como hermética, austera,
breve y de sintaxis tortuosa, una especie de neosimbolismo de
paisajes interiores.
Según palabras del propio autor, "La poesía es una forma de
conocimiento de un mundo oscuro que sentimos en torno de
nosotros pero que en realidad tiene sus raíces en nosotros mismos".
Fue Premio Nobel en 1975.

El viento que esta noche atento suena
recordando el fragor de los cuchillos,
herramientas de árbol denso, intacto,
horizontes de cobre
donde los rayos de la antorcha se abren
como cometas que retumba el cielo.
(¡Nubes perecederas, por supuesto,
reinos de allí! ¡De altos Eldorados,
con puertas entornadas!)
y el mar, que, latigazo a latigazo
muda lívidos tonos,
lanza al suelo trompetas
retorcidas de espumas;
el viento, mientras nace y mientras muere
ralentiza las horas,
fue la noche sonora para todos
olvidado instrumento,
corazón.
Eugenio Montale (Génova, 1896 – Milán, 1981) Corno inglés



 

Il vento che stasera suona attento
-ricorda un forte scotere di lame-
gli strumenti dei fitti alberi e spazza
l’orizzonte di rame
dove strisce di luce si protendono
come aquiloni al cielo che rimbomba
(Nuvole in viaggio, chiari
reami di lassù! D’alti Eldoradi
malchiuse porte!)
e il mare che scaglia a scaglia,
livido, muta colore
lancia a terra una tromba
di schiume intorte;
il vento che nasce e muore
nell’ora che lenta s’annera
suonasse te pure stasera
scordato strumento,
cuore.








Este poeta pasó por distintas etapas, desde la poesía crepuscular
hasta la poesía futurista, de la que destaca su poemario
Armonía en gris silencioobra a la que pertenece el poema de hoy,
en el que la tristeza y la esperanza se dan la mano.

Esto es lo que queda

de toda la magia de la feria:
esa trompetilla
de lata azul y verde,
que toca una niñita,
caminando, descalza, por los campos.

Pero en el interior de esa forzada nota,
hay payasos blancos y rojos;
está la banda, de ruidoso oro,
el carrusel con caballitos, el órgano, las luces.

Como en el goteo del ramaje
está todo el temor del huracán,
la belleza de los relámpagos y el arcoirís,
en la mojada cerilla de una luciérnaga,
que se deshace en una hoja de brezo,
toda la maravilla de la primavera.

Corrado Govoni (Tamara, 1884-Lido dei Pini, 1965) La trompetilla



Ecco che cosa resta
di tutta la magia della fiera:
quella trombettina,
di latta azzurra e verde
che suona una bambina…

Ma, in quella nota sforzata,
ci son dentro i pagliacci bianchi e rossi,
c’è la banda d’oro rumoroso,
la giostra coi cavalli, l’organo, i lumini.

Come, nel gocciolare della gronda,
c’è tutto lo spavento della bufera,
la bellezza dei lampi e dell’arcobaleno;
nell’umido cerino d’una lucciola
che si sfa su una foglia di brughiera,
tutta la meraviglia della primavera.

La trombettina





viernes, 10 de mayo de 2013

Poema de Viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Como cada viernes, hemos de agradecer a Piluka el descubrimiento de unos nuevos poemas...





Esta representante lusa de la última poesía construye la mayor
parte de su obra alrededor del mar como paralelo de la vida.
Obtuvo el prestigioso Premio Camoens en Portugal y el Reina Sofía
de poesía hispanoamericana en España.
Tras la Revolución de los claveles, fue diputada del Parlamento portugués.


Mi vida es como el mar, como abril en la calle,
mi cuidado se vuelca de mi interior afuera,
mi transcurrir escucha
la sílaba, la frase desde un asunto a otro,
que se graba en el tiempo, en el espacio escrita.
No llevo a Dios en mí, pero contemplo el mundo
sabiendo que se muestra la verdad.
No tengo explicaciones,
sólo miro y compruebo,
con el pensar desnudo como método.
La tierra, el sol, el viento, y con ellos el mar
son mi semblante, son mi biografía.
Así que no preguntes dónde está mi carnet
pues sólo tengo el mundo como carácter propio.
No me pidas criterios ni entrevistas,
no me preguntes fechas ni cobijos,
de todo lo que veo me alimento.

Y la hora de mi muerte emerge lentamente,
cada día en acecho.

Sophia de Mello Breyner Andresen (Oporto, 1919-Lisboa,2004)



A minha vida é o mar o Abril a rua,
o meu interior é uma atenção voltada para fora,
o meu viver escuta
a frase que de coisa em coisa silabada
grava no espaço e no tempo a sua escrita.
Não trago Deus em mim mas no mundo o procuro
sabendo que o real o mostrará
Não tenho explicações,
olho e confronto,
e por método é nu meu pensamento.
A terra o sol o vento o mar
são a minha biografia e são meu rosto.
Por isso não me peçam cartão de identidade
pois nenhum outro senão o mundo tenho,
não me peçam opiniões nem entrevistas,
não me perguntem datas nem moradas,
de tudo quanto vejo me acrescento

E a hora da minha morte aflora lentamente,
cada dia preparada.









Aunque este autor estadounidense
cultivó fundamentalmente
la Novela de ciencia-ficción,
también hizo incursiones a la poesía
tan sugestivas como este poema.
Recomiendo la lectura de sus relatos
Colón fue un cretino (1947) y
Todos vosotros, zombis (1959). 
 
 
Un ser humano cualquiera
debería ser capaz de cambiar un pañal,
planear una invasión,
despiezar un cerdo,
ensamblar una barca,
diseñar un edificio,
escribir un soneto,
hacer un balance,
levantar una pared,
expresarse en otro idioma,
remendar un hueso roto,
confortar a un moribundo,
obedecer órdenes,
darlas,
cooperar,
actuar en solitario,
resolver ecuaciones,
analizar un nuevo problema,
esparcir estiércol,
manejar un ordenador,
cocinar una comida
–sabrosa-,
sufrir con entereza,
luchar con eficiencia
y, desde luego, enamorarse.

La especialización es para los insectos. 


Robert A. Heinlein (Missouri, 1907 - California, 1988)