Estamos ante el último representante del Hermetismo,
uno de los más importantes movimientos poéticos italianos
del siglo XX, caracterizado por una poesía oscura, crítica y
polémica, pero que se hizo popular porque lo incógnito de
su expresión le permitía burlar la censura del partido fascista.
Caracterizado por el lenguaje evocador, a partir de la asociación
de ideas yuxtapuestas, la utilización de sustantivos absolutos
(sin artículo), los plurales indeterminados y las imágenes oníricas.
Los herméticos propugnaban una literatura como modelo de vida
absoluta, más allá del tiempo, como revelación integral del ser
humano. Fue un fenómeno esencialmente florentino.
Habla el ciprés equinoccial, oscuro
y montuoso el macho cabrío exulta,
dentro de rojas fuentes lavan lentas
las yeguas de los besos a sus crines.
y montuoso el macho cabrío exulta,
dentro de rojas fuentes lavan lentas
las yeguas de los besos a sus crines.
Desde las tenues selvas a ciudades
excelsas inmensos chocan ríos
largamente, se mueven en un sueño
afectuosas velas hacia Olimpia.
Correrán las intensas vías de Oriente
oreadas muchachas y en mercados
salobres mirarán el mundo alegres.
¿Pero dónde alcanzaré yo a mi vida
ahora que el tembloroso amor ha muerto?
Al horizonte lo violaban rosas,
vacilantes ciudades en el cielo
rociadas por jardines tormentosos,
en el aire su voz era una roca
infecunda de flores y desierta.
Mario Luzi (Sesto Fiorentino, 1914-Florencia, 2005), Marfil
Parla il cipresso equinoziale, oscuro
e montuoso exulta il capriolo,
dentro le fonti rosse le criniere
dai baci adagio lavan le cavalle.
e montuoso exulta il capriolo,
dentro le fonti rosse le criniere
dai baci adagio lavan le cavalle.
Giú da foreste vaporose immensi
alle eccelse città battono i fiumi
lungamente, si muovono in un sogno
affettuose vele verso Olimpia.
Correranno le intense vie d’Oriente
ventilate fanciulle e dai mercati
salmastri guarderanno ilari il mondo.
Ma dove attingerò io la mia vita
ora che il tremebondo amore è morto?
Violavano le rose l’orizzonte,
Esitanti città stavano in cielo
asperse di giardini tormentosi,
la sua voce nell’aria era una roccia
deserta e incolmabile di fiori.
Mario Luzi (Sesto Fiorentino, 1914-Florencia, 2005), Avorio
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