Después de tanto fasto innecesario, a costa de los huesos de Cervantes
(que a quién le importará dónde estuvieren), celebremos su memoria
en la vertiente que más le dolía no dominar, la poesía (según sus propias
palabras, "la gracia que no quiso darme el cielo"), pero de la que no faltan
ejemplos de ingenio.
DIÁLOGO ENTRE BABIECA Y ROCINANTE
B. -¿Cómo estáis, Rocinante, tan delgado?
R. -Porque nunca se come, y se trabaja.
B. -Pues ¿qué es de la cebada y de la paja?
R. -No me deja mi amo ni un bocado.
R. -Porque nunca se come, y se trabaja.
B. -Pues ¿qué es de la cebada y de la paja?
R. -No me deja mi amo ni un bocado.
B. -Anda, señor que estáis muy mal criado,
pues vuestra lengua de asno al amo ulraja.
R. -Asno se es de la cuna a la mortaja.
¿Queréislo ver? Miradlo enamorado.
B. -¿Es necedad amar? R. -No es gran prudencia.
B. -Metafísico estáis. R. -Es que no como.
B. -Quejáos del escudero. R. -No es bastante.
¿Cómo me he de quejar en mi dolencia,
si el amo y escudero o mayordomo
son tan rocines como Rocinante?
son tan rocines como Rocinante?
Miguel de Cervantes, (Alcalá de Henares, 1547-Madrid, 1616), Soneto dialogado
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