Grifaldo Toledo, Jorge

sábado, 23 de abril de 2016

Homenaje a Cervantes en Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Ayer, Piluka cambió su habitual sección de poesía por un texto en el que Cervantes habla de lo que significa para él este género literario.


Yo que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo. 

        Cervantes, Viaje del Parnaso (vv. 25-27) 


(Nota de edición). Cervantes confiesa, más allá de retóricas -o de parodias- que se siente fracasado. Se siente fracasado porque lo que quería era ser poeta, ya que serlo en los Siglos de Oro significaba alcanzar el punto más alto de la gloria literaria. Fracaso: posiblemente, una de las sensaciones más decepcionantes para el ser humano. El dolor se supera; la desilusión, no. En términos actuales, Cervantes fue víctima de una "presión mediática" que lo desbordaba [...] Era un poeta escaso y lo supo. Y menos mal, porque tal vez a eso debamos nada menos que El Quijote. (M. P. Couceiro, en Cervantes y los géneros literarios, Vigo, Anuario de Estudios Cervantinos, 12, 2016, pp. 83-98.)


Mañana, 23 de abril, se cumplen 400 años de la muerte de nuestro mejor legado internacional. Como humilde homenaje, y excepcionalmente, no incluyo poesía sino la propias y magníficas palabras del autor sobre el género:

Alonso Quijano leyendo libros de caballerías, grabado de Gustave Doré

La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella [...] Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio; hala de tener, el que la tuviere, a raya, no dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos,  no ha de ser vendible en ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias o en comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran.  [...] Y, así, el que con los requisitos que he dicho tratare y tuviere a la poesía, será famoso y estimado su nombre en todas las naciones políticas del mundo. Y a lo que decís, señor, que vuestro hijo no estima mucho la poesía de romance, me doy a entender que no anda muy acertado en ello, y la razón es esta: el grande Homero no escribió en latín, porque era griego, ni Virgilio no escribió en griego, porque era latino; en resolución, todos los poetas antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la leche, y no fueron a buscar las extranjeras para declarar la alteza de sus conceptos; y siendo esto así, razón sería se extendiese esta costumbre por todas las naciones, y que no se desestimase el poeta alemán porque escribe en su lengua, ni el castellano, ni aun el vizcaíno que escribe en la suya. [...] También digo que el natural poeta que se ayudare del arte será mucho mejor y se aventajará al poeta que solo por saber el arte quisiere serlo: la razón es porque el arte no se aventaja a la naturaleza, sino perfecciónala; así que, mezcladas la naturaleza y el arte, y el arte con la naturaleza, sacarán un perfectísimo poeta. Sea, pues, la conclusión de mi plática, señor hidalgo, que vuesa merced deje caminar a su hijo por donde su estrella le llama, que siendo él tan buen estudiante como debe de ser, y habiendo ya subido felizmente el primer escalón de las ciencias, que es el de las lenguas, con ellas por sí mismo subirá a la cumbre de las letras humanas, las cuales tan bien parecen en un caballero de capa y espada y así le adornan, honran y engrandecen como las mitras a los obispos o como las garnachas a los peritos jurisconsultos. Riña vuesa merced a su hijo si hiciere sátiras que perjudiquen las honras ajenas, y castíguele, y rómpaselas; pero si hiciere sermones al modo de Horacio, donde reprehenda los vicios en general, como tan elegantemente él lo hizo, alábele, porque lícito es al poeta escribir contra la envidia, y decir en sus versos mal de los envidiosos, y así de los otros vicios, con que no señale persona alguna. [...] Si el poeta fuere casto en sus costumbres, lo será también en sus versos; la pluma es lengua del alma: cuales fueren los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos; y cuando los reyes y príncipes ven la milagrosa ciencia de la poesía en sujetos prudentes, virtuosos y graves, los honran, los estiman y los enriquecen, y aun los coronan con las hojas del árbol a quien no ofende el rayo, como en señal que no han de ser ofendidos de nadie los que con tales coronas ven honradas y adornadas sus sienes.

Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1546-Madrid, 1616), Don Quijote de la Mancha, II-XVI.



(Modernizo parcialmente el lenguaje para los no familiarizados con el castellano de época)


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