Hace unos minutos, al despertarme el sonido del teléfono (una llamada perdida, como nuestra cita), me he arrebujado entre las sábanas suaves y tibias, y su contacto sobre mi piel desnuda ha susurrado una promesa de otro día, de un momento deseado y futuro.Hace unos momentos, con la piel huérfana de sábanas y calor, un pijama de raso me ha acogido en su seno restañándome el calor perdido y susurrándome una promesa de caricia lenta, nonata y futura.
Hoy, me temo, todo susurrará un olor a promesa, a futuro, a ti.
Manuel Navarro
No hay comentarios:
Publicar un comentario