Un hombre de mirada dulce y sonrisa auténtica.
Un hombre al que tuve el honor de llevar del brazo y compartir su mesa.
Hoy, un abuelo y padre se fue con un suspiro de amor de su familia.
Un marido fue acunado por la mirada afectuosa y profunda de la mujer de su vida.
Un hombre íntegro, visceral y desprendido partió a su última batalla.
Hoy, las luces del ocaso han ganado en brillo y majestuosidad,
pero nosotros, los mortales, entonaremos un canto triste y dolorido,
un canto de amor y dolor por la pérdida sufrida.
Hoy, él ya no está.
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