Grifaldo Toledo, Jorge

sábado, 23 de abril de 2016

Luar (Luz de luna, a través de Mª Pilar Couceiro)

Y los eventos de aglutinan en este fin de semana: Plenilunio, Cervantes y Shakespeare... y Piluka se desdobló ayer para enviarnos todo a tiempo y poder aporta su granito de arena a los homenajes a estos dos grandes escritores de su tiempo...


Perdón por agobiaros, pero los eventos se superponen. Hoy es Luna Llena (Luar) y además de Cervantes, tenemos el mismo día la conmemoración de otro tetracentenario, William Shakespeare, nada menos. 

El considerado (además de nuestro don Miguel) mejor escritor de todos los tiempos cultivó el teatro y la poesía, pero no la narrativa. A principios del siglo XIX, época de grandes filólogos anglosajones y germanos, los hermanos Lamb llevaron a cabo varias versiones de la obra de Shakespeare en formato de Cuentos. Con ello, contribuyeron a la difusión de la obra del genio inglés.


El cuento de Macbeth

William Shakespeare (1564-1616)
Versión de Charles Lamb (1775-1834) y Mary Lamb (1864-1847)
Durante el reinado de Duncan el Dócil, vivía en Escocia un jefe de clan o barón llamado Macbeth. Este tal Macbeth era pariente cercano del rey y un personaje muy estimado en la corte por su valor y su comportamiento en las guerras; precisamente acababa de dar muestras de ello al derrotar a un ejército rebelde reforzado con gran número de tropas noruegas.
Los dos generales escoceses, Macbeth y Banquo, volvían victoriosos de la gran batalla y pasaban por un páramo azotado por la tormenta cuando los detuvo la extraña presencia de tres figuras semejantes a mujeres, aunque por el hecho de llevar barba y tener la tez curtida y la vestimenta descuidada no parecían criaturas de esta tierra. Macbeth fue el primero en dirigirse a dichas figuras, pero ellas, aparentemente ofendidas, les ordenaron guardar silencio, llevándose los dedos temblorosos a los labios cuarteados; acto seguido, la primera saludó a Macbeth, nombrándolo con el título de barón de Glamis. Mucho se asombró el general al descubrir que resultaba conocido a tales criaturas; pero mayor fue su asombro cuando la segunda lo saludó dándole el título de barón de Cawdor, un honor al que no tenía derecho; y la tercera lo saludó con estas palabras: «¡Salve, Macbeth, que en el futuro serás rey!». Un saludo tan profético le chocó, por cuanto sabía perfectamente que no tenía esperanza alguna de acceder al trono mientras vivieran los hijos del rey. Luego, volviéndose hacia Banquo, las figuras declararon, con enigmáticas palabras, que era «menos grande que Macbeth y más grande, no tan feliz, pero mucho más feliz». Y le presagiaron que, si bien él nunca llegaría a reinar, sus hijos serían reyes de Escocia. Acto seguido, se convirtieron en aire y desaparecieron. Así pues, los generales tomaron conciencia de que se trataba de brujas o seres sobrenaturales.
Mientras permanecían en el lugar, pensando en la extraña aventura, llegaron unos mensajeros del rey dotados de los poderes necesarios para conferir a Macbeth el título de barón de Cawdor. El hecho se correspondía de forma tan milagrosa con las predicciones de las brujas que Macbeth, asombrado, se quedó de una pieza, incapaz de responder a los mensajeros. En ese momento, su mente empezó a abrigar la esperanza de que el presagio de la tercera bruja también se cumpliera y que, por tanto, algún día llegara a ser rey de Escocia.
Volviéndose hacia Banquo, dijo:
—¿No tienes la esperanza de que tus hijos sean reyes, ahora que una de las promesas que me hicieron las brujas se ha hecho realidad de manera tan milagrosa?
—Esa esperanza —respondió el general— podría impulsarte a aspirar al trono. Sin embargo, los agentes de las tinieblas nos dicen la verdad en cosas pequeñas para traicionarnos e inducirnos a actos de consecuencias terribles.
Las pérfidas sugerencias de las brujas calaron, no obstante, en la mente de Macbeth, de tal modo que no prestó atención a las advertencias del bueno de Banquo. A partir de ese momento, todos sus pensamientos se centraron en la conquista del trono de Escocia.
Macbeth tenía una esposa a la cual comunicó la extraña predicción de las brujas y su cumplimiento parcial. Era ella una mujer malvada y ambiciosa y no le importaban los medios para conseguir poder para ella y su esposo. Incitó a alcanzar el objetivo al reacio Macbeth, el cual pensaba en la sangre y sentía escrúpulos, y no cesó de describir el asesinato del rey como un paso imprescindible para que se cumpliera tan halagadora profecía.
Ocurrió por esas fechas que el rey, quien en virtud de su real cargo visitaba con frecuencia y cordialidad a los principales nobles de su reino, fue al castillo de Macbeth acompañado de sus dos hijos, Malcolm y Donalbain, y de un gran séquito de barones y servidores, para mostrarle su agradecimiento por los éxitos y triunfos cosechados en las guerras.
El castillo de Macbeth estaba situado en lugar ameno y el aire que lo rodeaba era suave y apacible, como lo demostraban los nidos construidos por los vencejos o las golondrinas bajo las cornisas y los contrafuertes del edificio; pues donde más habitan y se multiplican estas aves, más es el aire delicado. El rey entró encantado en el palacio y más lo estuvo cuando recibió las atenciones y el respeto de su anfitriona, lady Macbeth, poseedora del arte de esconder tras sonrisas los propósitos traicioneros; podía parecer una cándida flor, bajo la cual se ocultaba, sin embargo, la serpiente.
El rey, agotado por el viaje, se retiró pronto a su aposento. Como era costumbre, dos ayudas de cámara dormían a su lado en el cuarto. Particularmente encantado con la recepción, había hecho regalos a sus principales oficiales; además, regaló un precioso diamante a lady Macbeth y la llamó su más amable anfitriona.
Era plena noche, cuando la mitad de la naturaleza parece muerta, pérfidos sueños invaden las mentes de los hombres y solo el lobo y el asesino permanecen despiertos. Lady Macbeth aprovechó el momento para urdir la trama con el fin de asesinar al rey. No habría cometido un crimen tan execrable para su sexo de no haber sido porque temía el carácter de su esposo, demasiado lleno de la leche de la amabilidad humana para perpetrar el asesinato planeado. Lo sabía ambicioso, pero también lleno de escrúpulos y carente de la preparación necesaria para cometer ese crimen supremo que, en última instancia, suele acompañar a la ambición desmesurada. Ella lo había inducido a aprobar el asesinato, pero dudaba de su resolución; y temía que la ternura natural de su personalidad (más humana que la suya) se interpusiera y frustrara el propósito. Así pues, se acercó a la cama del rey armada con un puñal; antes, ya se había encargado de emborrachar con vino a los ayudas de cámara que, olvidando su cometido, dormían intoxicados. Duncan, por su parte, dormía a pierna suelta, y cuando ella lo miró de cerca, vio en su cara unos rasgos que parecían los de su propio padre; de tal modo que ya no tuvo el valor de seguir adelante.
Volvió a hablar con su marido. La resolución de este había empezado a tambalearse. A su juicio, había importantes razones que desaconsejaban el crimen. En primer lugar, no solo era un súbdito, sino también un pariente cercano del rey; y era ese día su anfitrión, cuyo deber consistía, según las leyes de la hospitalidad, en cerrar las puertas a los asesinos y en no empuñar la daga contra su huésped. Luego pensó cuán justo y clemente había sido Duncan como rey, cuán libre de actitudes ofensivas contra sus súbditos, cuán afectuoso con la nobleza y sobre todo con él; y consideró que reyes como este representan una protección especial del cielo y que sus súbditos están doblemente obligados a vengar su muerte. Además, debido a los favores del rey, Macbeth era muy estimado por toda clase de personas, ¡y cómo quedaría manchada esa reputación por un asesinato tan vil!

Homenaje a Cervantes en Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Ayer, Piluka cambió su habitual sección de poesía por un texto en el que Cervantes habla de lo que significa para él este género literario.


Yo que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo. 

        Cervantes, Viaje del Parnaso (vv. 25-27) 


(Nota de edición). Cervantes confiesa, más allá de retóricas -o de parodias- que se siente fracasado. Se siente fracasado porque lo que quería era ser poeta, ya que serlo en los Siglos de Oro significaba alcanzar el punto más alto de la gloria literaria. Fracaso: posiblemente, una de las sensaciones más decepcionantes para el ser humano. El dolor se supera; la desilusión, no. En términos actuales, Cervantes fue víctima de una "presión mediática" que lo desbordaba [...] Era un poeta escaso y lo supo. Y menos mal, porque tal vez a eso debamos nada menos que El Quijote. (M. P. Couceiro, en Cervantes y los géneros literarios, Vigo, Anuario de Estudios Cervantinos, 12, 2016, pp. 83-98.)


Mañana, 23 de abril, se cumplen 400 años de la muerte de nuestro mejor legado internacional. Como humilde homenaje, y excepcionalmente, no incluyo poesía sino la propias y magníficas palabras del autor sobre el género:

Alonso Quijano leyendo libros de caballerías, grabado de Gustave Doré

La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella [...] Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio; hala de tener, el que la tuviere, a raya, no dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos,  no ha de ser vendible en ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias o en comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran.  [...] Y, así, el que con los requisitos que he dicho tratare y tuviere a la poesía, será famoso y estimado su nombre en todas las naciones políticas del mundo. Y a lo que decís, señor, que vuestro hijo no estima mucho la poesía de romance, me doy a entender que no anda muy acertado en ello, y la razón es esta: el grande Homero no escribió en latín, porque era griego, ni Virgilio no escribió en griego, porque era latino; en resolución, todos los poetas antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la leche, y no fueron a buscar las extranjeras para declarar la alteza de sus conceptos; y siendo esto así, razón sería se extendiese esta costumbre por todas las naciones, y que no se desestimase el poeta alemán porque escribe en su lengua, ni el castellano, ni aun el vizcaíno que escribe en la suya. [...] También digo que el natural poeta que se ayudare del arte será mucho mejor y se aventajará al poeta que solo por saber el arte quisiere serlo: la razón es porque el arte no se aventaja a la naturaleza, sino perfecciónala; así que, mezcladas la naturaleza y el arte, y el arte con la naturaleza, sacarán un perfectísimo poeta. Sea, pues, la conclusión de mi plática, señor hidalgo, que vuesa merced deje caminar a su hijo por donde su estrella le llama, que siendo él tan buen estudiante como debe de ser, y habiendo ya subido felizmente el primer escalón de las ciencias, que es el de las lenguas, con ellas por sí mismo subirá a la cumbre de las letras humanas, las cuales tan bien parecen en un caballero de capa y espada y así le adornan, honran y engrandecen como las mitras a los obispos o como las garnachas a los peritos jurisconsultos. Riña vuesa merced a su hijo si hiciere sátiras que perjudiquen las honras ajenas, y castíguele, y rómpaselas; pero si hiciere sermones al modo de Horacio, donde reprehenda los vicios en general, como tan elegantemente él lo hizo, alábele, porque lícito es al poeta escribir contra la envidia, y decir en sus versos mal de los envidiosos, y así de los otros vicios, con que no señale persona alguna. [...] Si el poeta fuere casto en sus costumbres, lo será también en sus versos; la pluma es lengua del alma: cuales fueren los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos; y cuando los reyes y príncipes ven la milagrosa ciencia de la poesía en sujetos prudentes, virtuosos y graves, los honran, los estiman y los enriquecen, y aun los coronan con las hojas del árbol a quien no ofende el rayo, como en señal que no han de ser ofendidos de nadie los que con tales coronas ven honradas y adornadas sus sienes.

Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1546-Madrid, 1616), Don Quijote de la Mancha, II-XVI.



(Modernizo parcialmente el lenguaje para los no familiarizados con el castellano de época)


martes, 19 de abril de 2016

Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

En este poema viajamos por el mundo onírico de las sombras y los sueños de la mano del poeta Michael Krüger, que Piluka nos invita a conocer...


Al cultivo de la poesía y del cuento, se nos une, una vez más,
el oficio de traductor, lo que explica en gran medida la familiaridad
con la palabra, tanto en lengua propia como ajena, para quienes
vuelcan su vida en la escritura.
Supe de buenas y de malas sombras,
de sombras disponibles de los sueños, donde teólogos
disputan la manzana de discordia, la sombra
que los peces arrojan y las moscas fugaces.
Mi abuelo las mezclaba con la siembra
porque de ahí creciera sombra, algo gratuito,
y ya no se desprende la espiga de la paja.
A veces, observé la sombra de las aves,
que cuelga de las ruinas como algodón en hiedra.
Desde hoy lanzo mi sueño también como una sombra,
al siempre tenebroso acontecer del mundo.

Michael Krüger (Wittgendorf, 1943), Sobre la sombra


Ich kannte die guten und die schlimmen Schatten,
die raumlosen Schatten der Träume, in denen Theologen
um einen Zankapfel streiten, und den Schatten,
den Fische werfen und eilige Fliegen.
Mein Großvater mischte Schatten in die Saat,
damit etwas wächst, was nicht umsonst ist,
und die Spreu sich vom Weizen nicht trennt.
Und einmal sah ich den Schatten von Vögeln,
der hing an den Steinen wie die Wolle am Strauch.
Ab heute wirft auch mein Schlaf einen Schatten
in die immer lichtloser werdende Welt.

Michael Krüger, Über Schatten


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jueves, 14 de abril de 2016

Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Este poema de viernes se me ha ido retrasando por diversos motivos... entre ellos el no poder buscar con tranquilidad una imagen para acompañarla... pero al fin la he encontrado y espero que os guste tanto como a mí...


Cultivadora de distintos géneros literarios, nuestra autora de hoy es además traductora eminente,
destacando sus investigaciones sobre lengua y literatura de la República Checa. Fue elegida miembro
de la Real Academia Española el pasado año. En este poema evoca la tragedia de la ninfa amada por
Orfeo, quien, tras la muerte de ésta en trágicas circunstancias, bajó a buscarla al Hades, fracasando
en la empresa. (véase Ovidio, Metamorfosis, X -1)


La mano en el saúco del Leteo,
la sombra sigue insomne
de otra mano,
una mano que nombra,
que desbroza el camino,
que pasa a limpio
los nombres de las cosas.
Pero el rostro,
que nunca fue,
que no hallará reflejo
en unos ojos
fielmente vueltos ya
para siempre hacia sí mismos,
estalla por encima de los pasos
y deja que la aurora
con el sol lo arrebate y arrastre
por la terrible orilla de los tiempos.

Siga el pie, ciegamente, pues, la huella
que ahuyenta
toda la confusión,
y tú, avanza,
acosada cabeza aún de los abismos,
con el rostro encendido
y el cabello derramado entre los vientos.
Y los ojos en lágrimas,
en la paz y el dolor,
teje un lamento
al malhadado y fiel Orfeo,
¡oh pobre, despojada del infierno,
delirante,
ya para siempre solitaria
Eurídice!


Clara Janés (Barcelona, 1940), Eurídice


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sábado, 2 de abril de 2016

Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Esta mujer fascinante, dolorosa, intensa, nos regaló una obra magnífica que merece la pena conocer... hoy Piluka nos ofrece una pequeña gota de los versos que corrían por sus venas...



Aunque escribió relatos y ensayos, esta autora es una de las principales cultivadoras de la llamada
poesía confesional, que gira alrededor de los detalles íntimos de la vida cotidiana, sin excluir detalles
escabrosos como la enfermedad o la sexualidad. Su frágil salud se revela en una vida convulsa, que
desembocó en suicidio. La edición de sus poesías corrió a cargo de su viudo, el escritor Ted Hughes.
Fue la primera poetisa en recibir post-mortem el Premio Pulitzer por el conjunto de su obra.
       
"Forever autum", de Wlodzimierz Kuklinski

Soy de plata y exacto. Sin prejuicios.
Cuanto veo devoro de inmediato
tal cual es, intacto de amor u odio.
Yo no soy cruel, tan sólo indiscutible:
ojo cuadrangular de un diosecillo.
En la pared opuesta paso el tiempo
pensando: rosa, en manchas. Tanto hace que la miro
que es parte de mi alma. Mas se agita.
Rostros y oscuridades nos separan perennes.

Ahora soy un lago. Una mujer se cierne sobre mí
 busca mi alcance, lo que es en realidad.
Se vuelve a esos falaces reflejos de la luna
Su espalda veo, fielmente la reflejo.
Ella me paga en lágrimas y temblor de las manos
Soy primordial para Ella, que va y viene.
Su rostro en la mañana sustituye tinieblas.
En mí se ahoga una niña, en mí una anciana
que como un pez de espanto hacia ella se eleva  día tras día,

Sylvia Plath (Boston, 1932-Londres, 1963), Espejo



I am silver and exact. I have no preconceptions.
Whatever I see I swallow immediately
Just as it is, unmisted by love or dislike.
I am not cruel, only truthful ‚
The eye of a little god, four-cornered.
Most of the time I meditate on the opposite wall.
It is pink, with speckles. I have looked at it so long
I think it is part of my heart. But it flickers.
Faces and darkness separate us over and over.

Now I am a lake. A woman bends over me,
Searching my reaches for what she really is.
Then she turns to those liars, the candles or the moon.
I see her back, and reflect it faithfully.
She rewards me with tears and an agitation of hands.
I am important to her. She comes and goes.
Each morning it is her face that replaces the darkness.
In me she has drowned a young girl, and in me an old woman
Rises toward her day after day, like a terrible fish.


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