Grifaldo Toledo, Jorge

domingo, 27 de septiembre de 2015

Luar (Luz de luna, a través de Mª Pilar Couceiro)

Para esta última noche de Plenilunio, Piluka nos envía este precioso texto...



CANCIÓN DE LA BAILARINA

Sidonie Gabrielle “Colette”
(Saint-Sauveur-en-Puisaye, 1873-París, 1954)

¡Oh tú, que danzarina me llamas, sabe hoy que no aprendí a danzar! Me encontraste juguetona y pequeña, danzando en el sendero y persiguiendo a mi sombra azul. Giraba como una abeja, y mis pies y mis cabellos, color de camino, se empolvaban con el polen de un polvo rubio.

Me viste venir de la fuente, meciendo el ánfora en mi cadera, mientras, al compás de mis pasos, sobre mi túnica saltaba el agua en redondas lágrimas, en serpientes de plata, en menudos cohetes rizados que ascendían, helados, hasta mi mejilla. Yo caminaba lenta, seria, mas llamaste danza a mis pasos. No mirabas mi rostro, seguías el movimiento de mis rodillas, el balanceo de mi talle, en la arena leías la forma de mis talones desnudos, la huella de mis dedos abiertos, que comparabas con la de cinco perlas desiguales.

Me dijiste: «Coge esas flores, persigue esa mariposa...» Llamabas danza a mi carrera, y cada reverencia de mi cuerpo inclinado sobre los claveles purpúreos, y el ademán, repetido en cada flor, de echar atrás, por encima de mi hombro, un chal resbaladizo.

En tu casa, sola entre tú y la alta llama de una lámpara, me dijiste: «¡Danza!» y no dancé...

Pero desnuda en tus brazos, sujeta a tu lecho por la cinta de fuego del placer, me llamaste, sin embargo, danzarina, al ver agitarse bajo mi piel, desde mi pecho ofrecido a mis pies crispados, la inevitable voluptuosidad.

Fatigada, anudé mis cabellos, y los contemplabas, dóciles, arrollados a mi frente como serpientes hechizadas por la flauta.

Abandoné tu casa mientras murmurabas: "La más hermosa de tus danzas no es cuando acudes corriendo, jadeante, poseída de un deseo irritado y atormentado ya, por el camino, el broche de tu vestido. Es cuando de mí te alejas, serena y con las rodillas temblorosas, y al alejarte me miras, tu barbilla en el hombro. Tu cuerpo me recuerda, oscila y titubea, me echan de menos tus caderas y tus senos me están agradecidos...Me miras, vuelta la cabeza, mientras tus pies adivinadores tantean y escogen su camino...

"Te vas, siempre pequeña y maquillada por el sol poniente, hasta no ser, en lo alto de la colina, más esbelta en tu túnica anaranjada que una llama vertical, que danza imperceptiblemente..."

Si tú no me abandonas, iré danzando hasta mi blanca tumba.

Saludaré a la luz, que me hizo hermosa y me vio amada con una danza involuntaria, cada día más lenta.

Una última danza trágica me enfrentará con la muerte, mas sólo lucharé para sucumbir con elegancia.

Que los dioses me concedan una caída armoniosa, juntos los brazos en mi frente, doblada una pierna y extendida la otra, como presta a franquear, de un salto ingrávido, el negro umbral del reino de las sombras...

Me llamas danzarina, y, sin embargo, no sé bailar...

Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Un nuevo poema para disfrutarlo...


Uno de los nombres punteros del Romanticismo alemán,

en muchos de sus poemas, y tras un comienzo lleno de
lirismo, suele sorprender concluyendo con un giro cínico
o una burla inesperada.



Soñé de nuevo aquel antiguo sueño:
fue una noche de Mayo,
cuando sentados bajo el tilo amable,
nos juramos fe eterna.

Jurar y poseernos nuevamente,
risas, caricias, besos.
Como celebración del juramento,
me mordiste la mano.

Querida, de mirada transparente!
Amor dulce y veloz!
El juramento era necesario,
el morderme, excesivo.


Heinrich Heine (Düsseldorf, 1797-París, 1856), Bajo los tilos




Mir träumte wieder der alte Traum:
Es war eine Nacht im Maie,
Wir saßen unter dem Lindenbaum,
Und schwuren uns ewige Treue.

Das war ein Schwören und Schwören aufs neu,
Ein Kichern, ein Kosen, ein Küssen;
Daß ich gedenk des Schwures sei,
Hast du in die Hand mich gebissen.

O Liebchen mit den Äuglein klar!
O Liebchen schön und bissig!
Das Schwören in der Ordnung war,
Das Beißen war überflüssig.


Heinrich Heine (Düsseldorf, 1797-París, 1856), Unter der Linden


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viernes, 18 de septiembre de 2015

Poema de viernes (a través de Mª Pilar Couceiro)

Y se terminan las vacaciones... las de Piluka hace un par de viernes y las mías esta semana, así que ando un poco retrasada en la publicación de los poemas que nos envía los viernes nuestra querida amiga...

Para el comienzo de esta décima temporada, o como bien indica Piluka: "Bodas de Estaño"; un poema triste, melancólico, cargado de ternura y amor, sobre todo de amor...



Cayetana era valiente, serena, divertida, amorosa, guerrera, sabia...
Y aún no cumplía tres años.
Para su familia (unos queridos amigos) la pena de haberla perdido
no puede semejarse con la gran suerte de haberla tenido. Antes de
irse, con su vocecita de supernova/bebé, dijo: ¡A TOPEEEEE! Y ese
es el mejor homenaje que se le puede hacer: vivir a tope. Todos los
que supimos de su existencia somos ahora un poco mejores, todos
nos enamoramos de ella y lo bueno que tiene ese tipo de amor
es que nunca muere.

Bienvenidos a nuestras Bodas de Estaño (décima temporada).



Canción de cuna para despertar a Cayetana


No te duermas,
criatura del alba sin mediodía.
Si te duermes, mis noches se quedan huecas,
pero si te despiertas para los sueños,
viviré tu sonrisa cada mañana.

Despiértate de noche,
para que yo te cante ritmos extraños,
para que yo te cuente fábulas tristes
mientras tejen tus manos una guirnalda
de juguetes de niebla.

No te duermas,
déjame la presencia de tu pequeña vida.
Ven a verme, nocturna, toda sonrisas,
porque si permaneces para los sueños
viviré tu perfume de día nuevo.

Despiértate en las sombras,
para que yo te cosa ropas de lluvia,
para que yo te acune con brazos de oro
mientras tus ojos miran esas estrellas
de futuro imposible.


María del Pilar Couceiro


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